Capítulo 85
Capítulo 85
Capitulo 85
Después de todo, Cira le temia a Morgan en el fondo.
No se le ocurrié cémo él usaria el contrato en su contra.
Asi era la gente; cuando mas era desconocida una cosa, mas tendia a temer y a sentir inseguridad.
Para su sorpresa, Morgan no dijo nada mas y solt6 directamente su mano, subiendo las escaleras a grandes zancadas. Ni tampoco le pidid que lo siguiera.
Pero su espalda le decia claramente que desafiara a subir.
Cira rapidamente buscaba soluciones mientras su mente trabajaba a toda velocidad. Sin querer, cruz6 miradas con Osiel y lo vio asentir ligeramente con la
cabeza.
Ante eso, ella se recompuso y finalmente decidié subir.
Por lo menos, con Osiel ahi, él la asistiria.
En cuanto a Osiel, las condiciones que Cira habia ofrecido, incluso no por el bien de Marcelo, le eran satisfactorias. Asi que en resumen, él la ayudaria.
Abajo estaba la zona de entretenimiento para los invitados comunes, mientras que el segundo piso era donde se reunian los mas influyentes del crucero.
Ricardo dio un golpecito en el hombro de Morgan y dijo: -Estan jugando al Fucho. Recuerdo que eras muy bueno en este juego.
Morgan respondio cortésmente:
Es usted demasiado amable.
Ricardo se froto la cintura y suspir6. -Toma mi lugar y juega con ellos. Ya estoy viejo, no aguanto el cansancio. Ahora me voy a echar un rato.
Morgan asintié en respuesta. El entro en la habitacion, y Cira lo siguié rapidamente.
La sala no era particularmente grande, pero estaba bien iluminada; contaba con un sofa, una mesa de café y una mesa de juego hasta donde el ojo podia ver.
El sofa estaba vacio, pero en la mesa de juego estaban sentados dos hombres con trajes, charlando. Ninguno de los dos se veia tan mayor, y tenian una presencia
+15 BONUS A Cira le parecieron conocidos, pero por el momento no pudo recordar sus nombres.
Osiel habia estado jugando cartas y, al entrar en la habitacién, se sentd en la mesa de juego. Morgan también ocupé el lugar que acababa de dejar Ricardo y comenz6 a barajar las cartas.
La mujer llamada Lidia aparecié de repente. Esa noche, llevaba un vestido de escote, con el cuerpo de terciopelo de un color similar a una rosa marchita y la falda de gasa de un blanco crema.
Su comportamiento era tan elegante como el de una princesa, pero al siguiente momento, ajusto su vestido y se sentd en la alfombra junto a Osiel.
Se apoy6 en el muslo del hombre, encendié un cigarrillo para él y ocasionalmente le daba fresas, como un gato persa docil. Al instante, Cira percibid una incomoda sensacion de humildad.
Los otros dos hombres también tenian una mujer a cada uno a sus pies, haciendo practicamente lo mismo. En resumen, todas ellas parecian criadas sirviendo a sus duefios.
Cira se sintié rigida, incapaz de saber qué hacer. Se quedo alli de pie, sin que nadie le hiciera caso.
Fue hasta que Morgan hubo repartido las cartas que levanto la vista hacia ella. -; Acaso necesito ensefiarte cual es tu lugar? Era evidente que queria que ella se arrodillara sumisamente a sus pies, como lo hacian Lidia y las demas.
Cira no estaba dispuesta a rebajarse de esa manera, asi que no proénuncié nada ni se movid.Belonging © NôvelDram/a.Org.
Su actitud desafiante llamo la atencién de los otros dos hombres en la mesa de juego.
Uno de ellos la miré de arriba abajo y se rio, preguntando a Morgan: —Sefior Vega, es ella la ficha que trajiste? Bueno, si tiene una buena apariencia. Ahora no me extrafia que te hayas atrevido a regatear conmigo.
Morgan guard6 silencio y jug6 una carta.
El hombre saco un cigarrillo de su pitillera, golped la boquilla contra la mesa y le dijo a Cira: -Ven, enciéndeme el cigarrillo. +15 BONUS
Cira record6 de repente quién era él.
Era un magnate inmobiliario.
Al final result6 que Morgan pretendia usarla como moneda de cambio para obtener terrenos.
Osiel tomo una carta del mazo y echo una ojeada a Cira.
Resulta que mi rival es
el sefior Garcia. La verdad, también me interesa esta mujer. Creo que puedo ofrecerle al sefior Vega un proyecto igual de bueno que el tuyo.
Fermin Garcia se rio y replico indiferente: -,Es asi?
Aunque estaban hablando, no dejaban de jugar sus cartas. El sonido de las cartas. frotandose contra la mesa era suave, pero a Cira le parecia una campana de alarma, golpeando uno tras otro los nervios, poniéndola tensa.
De repente, Fermin levanto las cejas, puso las cartas en la mesa y exclamo: Vaya, yo gané. jlncreible! Parece que esta mujer me traera buena suerte. Sefior Vega, acepto tu oferta, pero esta noche ella es mia.