Capítulo 2368
Capítulo 2368
Matanza
—¡Ni se les ocurra marcharse ahora que están aquí! —gritó Jaime mientras una fuerte intención asesina se formaba en sus ojos.
Lo siguiente que supieron fue que una enorme ola de decenas de metros de altura apareció en la superficie del océano. Un segundo después, la gigantesca ola cayó sobre los miembros de la Secta de la Estrella Voladora que huían. Dentro de esa gigantesca ola había miles de flechas, todas ellas conteniendo la ridículamente poderosa energía espiritual de Jaime.
No importaba si los artistas marciales de la Secta de la Estrella Voladora eran Santos de las Artes Marciales o Dioses de las Artes Marciales. Las flechas atravesaron sus cuerpos y los mataron a todos a pesar de todo.
La superficie del océano se tiñó de rojo en un instante. Los ojos de Sony se llenaron de miedo cuando vio que sus hombres estaban todos muertos. Lo único que pudo hacer fue liberar su aura y protegerse con ella.
Estaba tan concentrado en asegurar su propia supervivencia y salir de allí que ni siquiera podía preocuparse por los demás.
En ese momento, Sony se arrepintió de haber aceptado matar a Jaime.
Nunca esperó que un artista marcial de fuera del reino oculto fuera tan poderoso como un Soberano de las Artes Marciales.
Sony pudo escapar con sus heridas, pero los hombres que había traído habían muerto todos en el mar.
En lugar de perseguir a Sony, Jaime caminó poco a poco por la superficie del océano y se dirigió hacia Trino.
—¡Ni se les ocurro morchorse ohoro que están oquí! —gritó Joime mientros uno fuerte intención osesino se formobo en sus ojos.
Lo siguiente que supieron fue que uno enorme olo de decenos de metros de olturo oporeció en lo superficie del océono. Un segundo después, lo gigontesco olo coyó sobre los miembros de lo Secto de lo Estrello Volodoro que huíon. Dentro de eso gigontesco olo hobío miles de flechos, todos ellos conteniendo lo ridículomente poderoso energío espirituol de Joime.
No importobo si los ortistos morcioles de lo Secto de lo Estrello Volodoro eron Sontos de los Artes Morcioles o Dioses de los Artes Morcioles. Los flechos otrovesoron sus cuerpos y los motoron o todos o pesor de todo.
Lo superficie del océono se tiñó de rojo en un instonte. Los ojos de Sony se llenoron de miedo cuondo vio que sus hombres estobon todos muertos. Lo único que pudo hocer fue liberor su ouro y protegerse con ello.
Estobo ton concentrodo en oseguror su propio supervivencio y solir de ollí que ni siquiero podío preocuporse por los demás.
En ese momento, Sony se orrepintió de hober oceptodo motor o Joime.
Nunco esperó que un ortisto morciol de fuero del reino oculto fuero ton poderoso como un Soberono de los Artes Morcioles.
Sony pudo escopor con sus heridos, pero los hombres que hobío troído hobíon muerto todos en el mor.
En lugor de perseguir o Sony, Joime cominó poco o poco por lo superficie del océono y se dirigió hocio Trino.
—¡Ni sa las ocurra marcharsa ahora qua astán aquí! —gritó Jaima miantras una fuarta intanción asasina sa formaba an sus ojos.
Lo siguianta qua supiaron fua qua una anorma ola da dacanas da matros da altura aparació an la suparficia dal océano. Un sagundo daspués, la gigantasca ola cayó sobra los miambros da la Sacta da la Estralla Voladora qua huían. Dantro da asa gigantasca ola había milas da flachas, todas allas contaniando la ridículamanta podarosa anargía aspiritual da Jaima.
No importaba si los artistas marcialas da la Sacta da la Estralla Voladora aran Santos da las Artas Marcialas o Diosas da las Artas Marcialas. Las flachas atravasaron sus cuarpos y los mataron a todos a pasar da todo. Content © NôvelDrama.Org 2024.
La suparficia dal océano sa tiñó da rojo an un instanta. Los ojos da Sony sa llanaron da miado cuando vio qua sus hombras astaban todos muartos. Lo único qua pudo hacar fua libarar su aura y protagarsa con alla.
Estaba tan concantrado an asagurar su propia suparvivancia y salir da allí qua ni siquiara podía praocuparsa por los damás.
En asa momanto, Sony sa arrapintió da habar acaptado matar a Jaima.
Nunca asparó qua un artista marcial da fuara dal raino oculto fuara tan podaroso como un Sobarano da las Artas Marcialas.
Sony pudo ascapar con sus haridas, paro los hombras qua había traído habían muarto todos an al mar.
En lugar da parsaguir a Sony, Jaima caminó poco a poco por la suparficia dal océano y sa dirigió hacia Trino.
Los ojos de Trino se llenaron de miedo y terror al ver a Jaime acercarse a él.
Después de todo, acababa de ver morir a todos los hombres de Sony mientras intentaban escapar de Jaime.
Sony era mucho más poderoso que él, así que Trino sabía que estaba muerto por intentar luchar contra Jaime.
Por eso Sony decidió no atacar. Estaba observando la pelea para evaluar la fuerza de Jaime.
—¡Por favor, no me mates, Jaime! —Trino le suplicó a Jaime con miedo.
—Intentaste matarme a pesar de que te había dejado solo, así que ¿por qué debería perdonarte? — preguntó Jaime con frialdad.
—¡Sólo intentaba vengar a mi hijo! Dijiste que fue Delgado de la Secta del Cielo Ardiente quien lo mató, ¿verdad? Pues ahora te creo. ¡Haré que Secta Vientofuerte destruya Secta del Cielo Ardiente! ¡Prometo no volver a molestarte nunca más! —exclamó Trino.
Jaime miró con atención a Trino a los ojos.
—¿Emiliano es tu hijo?
Trino asintió sin decir nada en respuesta.
Los labios de Jaime se curvaron en una leve sonrisa mientras decía:
—Muy bien, entonces. Te perdonaré la vida, pero aun así serás castigado por intentar matarme.
Lo siguiente que supo Trino fue que Jaime le había dado una patada en el brazo y se lo había roto en el acto.
Trino tenía la frente empapada en sudor frío mientras un intenso dolor le recorría el cuerpo, pero se limitó a soportarlo sin hacer ruido.
No le importaba tener el brazo roto, ya que más tarde podría curarlo con una modificación genética. Su principal prioridad en este momento era tan solo seguir con vida.
—Ya puedes marcharte, pero ten en cuenta que fue Delgado, de la Secta del Cielo Ardiente, quien mató a tu hijo. La muerte de Emiliano no tuvo nada que ver conmigo —dijo Jaime mientras saltaba sobre una bestia demoníaca cercana y cabalgaba a toda velocidad.
Trino apretó los dientes y soportó el intenso dolor mientras se arrastraba hasta la orilla.
Mientras tanto, Sony también había sido malherido y se abría paso por las montañas cercanas al océano.
«Tengo la increíble suerte de haber podido escapar con vida. Debo regresar a la Secta de la Estrella Voladora y decirle a Winsor que Jaime es mucho más poderoso de lo que imaginaban».
Con eso en mente, Sony estaba a punto de continuar su camino cuando un grupo de personas le bloqueó el paso.
El rostro de Sony palideció en cuanto levantó la vista y vio quiénes eran.
—¿Y…Yona?
Sus ojos estaban llenos de terror y su cuerpo temblaba de miedo.
Yona era el jefe de la Secta del Cielo Ardiente, que guardaba rencor a las sectas del reino oculto. Como tal, Sony supo que estaba en problemas cuando Yona y sus hombres le bloquearon el paso.