Capítulo 97
Capitulo 97: Señor, la Señorita Lancaster te ha Rechazado
Marc, al percibir que algo iba mal, salió corriendo de inmediato.
Pero apenas habla subido a su coche cuando Thiago to bloqueo con su vehiculo y pronto fue atrapado por la policia que llegó al lug
Valentina, como una de las afectadas, fue a la comisaria para dar su declaración.
En la comisaria, Santiago, con una mano en el bolsillo, se apoyaba en la puerta esperando al Valentina, quien estaba dentro del cuarto de interrogatorio.
-Don…
Comenzó Leopoldo al acercarse, Sin embargo, antes de que pudiera terminar con «don Santiago
», Santiago, sintiéndose incomodo, echó un vistazo al cuarto de Interrogatorio.
Al asegurarse de que Valentina no habla salido, retiró su mirada y dijo:
-A mi esposa no le gusta que me llamen don Santiago, así que llámame señor Mendoza, especialmente delante de ella, entendido?
Leopoldo, sorprendido, se corrigió rápidamente:
-¡Entendido, entendido! Don… ¡señor Mendozal
Aitana, que acababa de llegar a la puerta, escuchó esa frase de Santiago: «A mi esposa no le
gusta…“. Têxt © NôvelDrama.Org.
Se detuvo en seco, sorprendida de que el señor Santiago Mendoza se hubiera involucrado en este
asunto.
Si el la vela alli, seguramente sospecharia que ella también habla participado en el complot de las joyas falsas contra Valentina.
Aitana, cubriendose el vientre y con voz débil, dijo:
-Mamá, no me siento bien, tú entra y ocupate de lo de papá.
Alicia, sabiendo que su hija estaba embarazada, no dijo nada y entró sola a la comisaria.
Valentina salió de dar su declaración justo cuando Marc y Alicia terminaban los trámites de la fianza.
-Desagradecida! -exclamó Marc, furioso y avergonzado, corriendo hacia Valentina con la mano. levantada para golpearla.
Santiago dio un paso adelante, pero Valentina ya habla agarrado la muñeca de Marc.
-¿Desagradecida? -dijo Valentina con ironia.
Lo miro füjamente a los ojos y pregunto con rabia:
-¿Todavia me consideras tu hija?
No solo habia convertido a Starlight Joyas en una empresa vacia, sino que también se habia aliado con extraños para tenderle una trampa. ¡Eso no era algo que un padre harial
Pero frente a la pregunta de Valentina, no hubo rastro de remordimiento en los ojos de Marc. Era como si Valentina nunca hubiera sido su hija,
-¡Perfecto, ya veremos! -dijo Marc de repente, retirando su mano y sonriendo con arrogancia,
Delante de Valentina, nunca se habla molestado en fingir. Antes no se esforzaba en parecer un padre amoroso y ahora, con la cara descubierta, menos aún.
Aunque el asunto de las joyas falsas se resolviera, los muchos problemas que habla dejado en
Starlight Joyas Marc no creia que Valentina pudiera solucionarlos.
Marc, con una mirada profunda y melancólica, se despidió de Valentina.
-Tus ojos… ¡son tan parecidos a los suyos!
Incluso después de que Marc se fue, Valentina seguía aturdida, como si hubiera sido paralizada. Saliendo de la estación de policia, las palabras de Marc resonaban en su mente: «Tus ojos son
tan parecidos a los suyos!»
Alonso le habia dicho que sus ojos se parecian a los de su hermana «Lucy», y por eso el señor Mendoza la trató como un reemplazo para Lucy.
Pero Marc, él estaba hablando de su madre. Estrella Valenzuela. La forma en que la miró le hizo sentir que él odiaba a su madre, odiaba tanto que queria destruir Starlight Joyas, y arrastrarla a ella junto con la empresa a su destrucción.
Santiago, notando el temblor de su cuerpo, tomó su mano con cautela. Valentina, como si no estuviera consciente, tenia las palmas sudorosas y frias al tacto.
-Quiero ir a un lugar -dijo de repente Valentina.
-Está bien… te acompañaré…
Empezó Santiago, pero antes de que pudiera terminar, Valentina lo interrumpió:
-Quiero ir sola.
+15 BONOS
Santiago no esperaba ser rechazado. Si hubiera sido otra persona, Santiago se hubiera burlado y se habría ido sin mirar atrás. Pero se quedó alli, inmóvil, incluso después de que Valentina se
subió a un taxi.
-Señor, la señorita Lancaster te ha rechazado… ¿Esta noche irás a la Villa de Los Pinares o al hotel? - preguntó Thiago, quien había estado esperando fuera de la estación.
Santiago apenas le echó un vistazo. Thiago sintió un escalofrio.
-¿Quién dijo que me rechazó? -respondió Santiago con un tono fría.
Arrebató las llaves de las manos de Thiago, se subió al coche y aceleró tras el taxi que se
alejaba.
Justo cuando Santiago se fue, Alonso, desde otro coche, oscureció su mirada y ordenó al
conductor:
-¡Siguelos!